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Pedro Aznar presentó Resonancia en el Teatro el Círculo de Rosario

18 septiembre, 2017 0 Comments

En el marco de la presentación de Resonancia, un show que repasa sus 35 años abocados a la música, el sábado pasado Pedro Aznar visitó nuevamente Rosario. Alrededor de las 21:50, las luces de el Teatro el Círculo bajaron su intensidad, y los cuatro músicos que lo acompañan aparecieron en escena, abriendo el espectáculo con la pieza instrumental Conduciendo una Locomotora, canción que forma parte del disco debut de Pedro Aznar, grabado en 1982, y mediante ella dando paso a la aparición del categórico multinstrumentista, que arrancó su recital con guitarra en mano, con una vestimenta informal y la gracia de siempre. Tras cesar el primer tema, el show prosiguió con Septiembre, otra canción que forma parte de su primer disco, y en el cual solo necesitó del acompañamiento de su tecladista, en este momento dejando en claro su capacidad vocal, que se mantiene intacta pese al paso del tiempo.

A continuación, Aznar, ahora con bajo en mano, avisó que la idea de Resonancia es hacer un pasaje cronológico por toda su carrera, por lo que siguieron dos canciones de su segunda placa discográfica, bautizada Contemplación y grabada en 1985, dónde se alternaron momentos de índole folclorico, cruzado con pasajes de Jazz, recordando que por aquel entonces llegó a formar parte de la banda de Pat Metheny. Quizás recién Fotos de Tokyo, quinta intepretación de la noche, fue el primer hit en sonar, seguido por No dejes que otros lo hagan por vos, y cerrando de esta manera el repaso por sus producciones de la década del 80′. Sería con Llueve, del disco David y Goliath, que el recital desembocaría a un instante más relajado, dando paso a un par de canciones interpretadas en un formato más del tono acústico, como el clásico de Chico César A Primera Vista, que fue uno de los momentos más celebrados por el público.

Le seguiría a ese segmento dos canciones que forman parte de Caja de Música, el disco en dónde Aznar le pone música a diferentes poemas de Jorge Luis Borges, primero con la canción que da nombre a la placa en cuestión, y luego con la emotiva A un Gato, siendo probablemente uno de los grandes momento de la noche. Parte de Volar y una vibrante versión de la percusiva Dicen que Dicen, una canción anti imperialista que refleja claramente que el compromiso de Pedro Aznar no es sólo con la música, darían el cierre a la primer parte del espectáculo. A modo de intervalo en la pantalla pasaron algunas películas que contaron con su musicalización, como algunos clásicos de Eliseo Subiela de la talla de Hombre Mirando al Sudeste, Últimas Imágenes del Naufragio y No te Mueran sin Decirme adónde Vas.

En el segundo segmento se alternarían grandes composiciones propias, como Oración, con la cual iniciaría el segmento en cuestión, o Ruinas Sobre Ruinas (bajo mi percepción el mejor momento de la noche), con canciones de otros artistas, pero interpretadas con convicción, como Rosa de Hiroshima de Secos y Molhados, o Media Verónica, de Calamaro. Una versión cuasi acústica de Quedándote o Yéndote de Luis Spinetta representaría una ovación en el público, siempre recordando de manera emotiva a la imagen de el Flaco. Como un León y Refugio, ambas canciones de Contraluz, álbum editado el año pasado, darían el debido cierre a lo que sería el repaso por la carrera conocida de Aznar, que seguiría con dos temas nuevos, de la que se destacaría La Trampa, con una letra cargada de política, cuestionando el gobierno y la ideología de Trump y con una resonancia propia del Heavy Metal, demostrando la capacidad tanto de él, como su banda de interpretar un abanico de géneros, que va desde el Jazz de sus primeros discos, la balada, el Folklore, diferentes corrientes latinoamericanas, hasta bases de Rock Pesado y Rock Progresivo.

26 temas y casi dos horas de show no fueron suficientes. La gente aclamó por más y el apreciado músico tuvo que volver, esta vez con teclado en mano y acompañado únicamente por su tecladista, para interpretar el clásico de Elton John, versionado por el propio Aznar en 1995, bajo el nombre de Ya no hay Forma de pedir Perdón. Le seguiría un repaso por grandes canciones de sus discos mas actuales, como La Última Pieza, de Contraluz, Rencor, del disco Ahora y el siempre presente Quebrado. A lo largo del evento, Aznar no se limitó al instrumento que mejor domina, que es el bajo, sino que dejó en claro su capacidad de multinstrumentista, tocando guitarra, teclado, y hasta instrumentos de percusión, sin olvidar de la excelsa virtud como cantante que lo caracteriza. Esto lo deja en claro dos horas y media de show, alrededor de 30 temas, y que aún así la gente presente no hubiese tenido problemas en quedarse un rato más a escuchar lo que Pedro disponga.

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